Una de libros: Peter Stamm

14 Feb

ImageUna de las lecturas de esta convalecencia ha sido Sieben Jahre (Fischer Taschenbuch Verlag, 2009) de Peter Stamm. En España, Acantilado ha ido editando casi toda la obra de Stamm, dentro de su selección de autores gélidos. En concreto, Siete años salió a la venta a finales de 2011.

Tengo que confesar que llegué a Peter Stamm por culpa de las clases de alemán. Cuando se te resiste un idioma y te gusta leer, no hay nada más frustrante que intentarlo una y otra vez sin conseguir abrir un libro y entender lo que el escritor quiere decir.

He invertido bastantes euros en libros que tardé una eternidad en retomar, y no siempre con éxito. En 2008, compré Wie fliegen, que creo fue traducido como Los voladores, una colección de relatos. Suele ocurrirme que siempre que me pierdo vuelvo al cuento. En este caso, además de conseguir entender los doce relatos sin necesitar el diccionario, me gustó la prosa.

Antes de seguir, debo advertir de que Stamm no escribe para lectores impacientes, sino que lo hace para el sosiego, pero de un modo tan descriptivo y detallista, que genera la intriga propia de las amenazas. Quizá por esto amigos muy lectores me dijeron que los aburría, y me hicieron pensar que, tal vez, en literatura se me gana por aburrimiento. Así de inquietante… Image

En Sieben Jahre, Stamm no descubre sus progresos como narrador, ni ofrece una historia novedosa. Si antes de esta obra se ha pasado por Agnes, el lector reencontrará esa simpleza narrativa tan próxima a la lírica que o bien atrapa o conduce, directamente, a encender la televisión.

A diferencia de muchos autores europeos y de gran parte de los de origen germano, Stamm nunca se ha obsesionado por los grandes temas como chispa de sus argumentos. Su tendencia a husmear en la realidad del piso de al lado lo aproxima a la literatura que EE.UU y Reino Unido han ido generando desde el siglo xix. Por supuesto, mi apego a lo anglosajón hace difícil que yo escoja, del cajón de novedades, libros escritos por autores españoles y latinoamericanos, y solo a veces, cuando no me ofrecen historias de la Guerra Civil o amores imposibles vendidos como hitos, me rindo. Vaya por delante que tal predilección no me enorgullece demasiado; más bien me asusta.

Retomando el tema de los vecinos, Sieben Jahre tiene un protagonista, Alexander, a quien acompaña desde su etapa universitaria hasta su madurez. En medio, la historia de amor y búsqueda que suele entretenernos tanto cuando estamos con la pierna en alto, el ánimo flácido o, básicamente, si vivimos instalados en esa melancolía posmoderna que los padres nos sacudirían a manotazos. Es decir, un relato de lo íntimo y cotidiano contado desde detrás de las cortinas.

Image Como me resisto a analizar el libro porque, en general, las críticas deberían ser un género en sí mismas, y no una orientación para lectores de última hora, prefiero enlazar con alguna otra, como esta de L.F. Moreno Claros, que se toma la molestia de explicar el porqué bíblico del título. Más me gustó esta otra, de S. Fay (en inglés), sobre todo por su frase final: «El talento de Stamm es evidente, y lo que hace de él un autor para leer, y leer a menudo, es el camino que emplea para representar la vida contemporánea como una sucesión de rupturas». Por último, S. Kegel destripa aquí (en alemán) el tomo entero, y repasa de punta a cabo personajes, trama, estilo y demás elementos. Pese a calificar el libro de «folletín», parece que le gustó. A mí me llamó la atención una de sus frases finales: «Un hombre que ama ya ha vencido, al margen de que su amor sea o no correspondido».

Stamm ha definido su propia obra como historias de «personas y de las relaciones entre esas personas», y en nada se distinguiría de otros miles de escritores si no fuera porque sus textos (ya se trate de prosa, poesía o teatro) parecen nacidos de una observación clínica, pero redactados desde una anhelada neutralidad. Esto último los transforma en contenidos, y la contención los empuja a su inseparable nostalgia.

La nostalgia se dice en alemán de unas seis formas distintas. Por ejemplo, la nostalgia de lo lejano es das Fernweh (duele lo que está lejos), pero la morriña o añoranza del hogar es das Heimweh. La nostalgia de alguien, su anhelo, sería más bien die Sehnsucht, mientras que para la añoranza general utilizan das Sehnen.

Un catálogo tan amplio de sentimientos matizados solo puede alumbrar autores empeñados en explicar la naturaleza humana por activa y pasiva. Lo malo es que algunos resultan mortalmente profundos, desde la primera página, y no hay quien compre tanta intensidad si en mitad de eso no ofertan una historia que podamos encontrar alrededor. Una historia de vecinos.

 

 

Deja un comentario